EL HOMBRE CONSTRUCTOR DE LA ANTIGÜEDAD.
De lo citado con anterioridad, se
pueden inferir ideas que resultan de gran significación para la comprensión del
proceso de formación de las competencias profesionales del trabajador de la
construcción, pues desde épocas muy remotas el hombre empezó a manifestar un
accionar constructivo cuyas enseñanzas han trascendido a través del tiempo como
un legado técnico profesional para este sector de la producción material.
En este momento, ya el hombre
comenzó a desarrollar procedimientos constructivos para compactar, consolidar y
reforzar estructuralmente suelos, por constituir los mismos en unión a la
madera, los materiales de la construcción más accesibles para la construcción
de viviendas rudimentarias.
Como las cañas para el
suelo en ese entonces, cumplían las mismas funciones estructurales que cumple
el acero para el hormigón en la actualidad. Esta práctica constructiva empírica
y espontánea le enseñó al hombre constructor moderno, que para lograr que los
materiales que se emplean para ejecutar elementos constructivos que trabajan a
solicitaciones de flexión, se deben alcanzar en estos determinadas propiedades
mecánicas que lo hagan resistentes a los esfuerzos de tracción y compresión.
En la cita referenciada, se
percibe como las cañas al colocarse en el interior del suelo, permiten mejorar
las propiedades mecánicas de este, y con ello lograr la construcción de
cubiertas, que por demás son elementos que al salvar espacios horizontales
trabajan a solicitaciones de flexión.
Por otra parte, también en la
cita destacada, se logra comprender que existen elementos constructivos que
trabajan expuestos a otros tipos de solicitaciones estructurales. Observe
como se hace referencia a la utilidad de los fémures de mamut, al declararse
que tenían la función de sostener las cubiertas.
En la situación constructiva
descrita, los fémures de mamut cumplen la función estructural de resistir los
esfuerzos de compresión o flexo – compresión que genera en ellos el peso
de la cubierta; es decir funcionaban como lo hacen las columnas en las obras de
arquitectura que el hombre moderno ejecutó posteriormente.
Para dar continuidad al análisis
que se realiza, se admite que los cambios sufridos por el planeta como
consecuencia de los glaciales hace más difícil la vida del hombre y este tiene
que retornar al nomadismo para dedicarse a la recolección y como nueva
alternativa a desarrollar el arte de la pesca.
En un momento tardío de la
primera etapa de la comunidad primitiva, según el criterio asumido, los
pescadores construyeron sus moradas sobre pilotes en las orillas de los ríos,
lagos y mares empleando para ello troncos de árboles, ramas y cortezas de
eucalipto.
En este nuevo período de la
historia el perfeccionamiento del trabajo con la madera, posibilitó obtener un
nuevo elemento constructivo – el pilote – que ha trascendido hasta nuestros
días.
Construir una vivienda sobre
pilotes determinó, posteriormente a la elaboración del elemento, la necesidad
de hincarlos en el suelo para que la crecida de los ríos y los mares no
arrastraran estos hogares, lo cual dio lugar al surgimiento de una tecnología
primitiva para la inca de pilotes.
Otra tecnología surgida y
desarrollada por los hombres de esta época, tuvo que ver con el uso de la
piedra como material de la construcción, por cuanto las formas que estas
presentaban en su estado natural no siempre satisfacían sus intencionalidades
constructivas.
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